Y es que Diciembre es así. Frío, húmedo, helador, blanco, gris... es que es el momento de que haga lo que hace, aunque la gente (la mayoría, )se queje. Es tiempo de comer castañas asadas solo por calentar las manos, es tiempo de paseos que suenan al pisar el hielo, es tiempo de noches y días de niebla y cencellada.
Y todo eso y más es mi tierra, fría, dura, sencilla, sin adornos. Dicen que los castellanos reflejamos en caracter la dureza y la belleza de nuestra tierra. Habrá de todo, pero creo que tiene su punto de verdad.
No puedo entender invierno sin abrigo, sin temblar de frío algún día, sin ir tapada con cinco capas de ropa y aún así, seguir teniendo ese frío que se cuela en el cuerpo y llega hasta los huesos, no puedo entender un invierno en mangas de camisa, o sin bufanda y guantes, sin dos pares de pantalones o sin llevar en el bolso una braga-cuello de repuesto.
Lo disfruto, me gusta. Su parte mala, como las bronquitis y demás cosillas derivadas de este clima, me gustan bastante menos, pero sé que también eso pasará.
Y llegará el verano... sí, aquí pasamos del invierno al verano , así, sin anestesia, y llegarán sus 40º a la sombra donde no hay quien respire con ese calor abrasador estés donde estés...
Extremos.
De momento, y durante algún mes más, yo disfruto de ese "extremo" que más me gusta.
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